Estas Son las Musas Que Inspiraron los Vallenatos Más Famosos

En estos años el también provinciano Brugés Carmona (Santana / Guamal, Magdalena) escribía en El Tiempo de Bogotá sobre la música y los bailes de la región Caribe colombiana, que de seguro leyeron los jóvenes estudiantes Zapata Olivella y García Márquez. En ese tiempo alternó su trabajo en los dos mundos. Ahí aparecieron Santander Durán Escalona y Gustavo Gutiérrez Cabello, dos muchachos que rompieron con todo lo que hasta ese momento se había hecho; comenzaron a hacer modificaciones: aumentaron los cambios musicales en busca de nuevas variantes de tipo armónico que marcó también un ‘antes y después’ en la composición vallenata. De acuerdo con un periódico de la época, en 1869 la ganadería de Valledupar y Chiriguaná había disminuido casi hasta la desaparición, camiseta valencia 2023 con el agravante de que las familias se habían establecido en otras ciudades. Nos aproximamos lentamente a una de las citas más esperadas dentro de lo que es el campeonato grande español, en donde hay que decir que por la novena jornada de La Liga de España, el Barcelona estará chocando contra Valencia en el duelo que se gestará HOY, domingo 17 de octubre, desde el Estadio Camp Nou, sumado a que tendrá la transmisión EN VIVO y EN DIRECTO de DirecTV Sports para Sudamérica, excepto Brasil, Bolivia y Paraguay.

Como lo dice Striffler, en la década de 1870 la palabra «vallenato» ya se utilizaba para referirse a un grupo humano con unas características específicas, pero a mediados del siglo XX comenzó a ser utilizada para denominar así la música de acordeón que se interpretaba en todo el Magdalena Grande. En la temprana década de los años cuarenta, un estudioso del folclor costeño encontró en la provincia de Padilla duelos de cantores acompañados de caja, guacharaca y acordeón, además de triángulo y pilón (De Lima, 1942, pp. Por su parte, Lanao (2007, p. 135) para la misma época se refería a los «bullangueros y alocados merengues» (p. 135) que sonaban en La Guajira, al compás de tres instrumentos como acordeón, tambor y guache. ”. Luego entre 1920 y 1950, con la llegada mágica de la radio y las grabaciones fonográficas, aparecieron los más conocidos como Chico Bolaños, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Lorenzo Morales, Pacho Rada, Emiliano Zuleta, Samuel Martínez y Juancho Polo Valencia. Para el álbum Tres canciones Diomedes y López grabaron los temas Cristina Isabel de Edilberto Daza; El engaño del tío de Diomedes, Martín Maestre; Mi cariño de Manuel Martínez Emiro; Surgió una voz de Luis Segundo Sarmiento; Ay, hombe, morenita de Álvaro Cabas Pumarejo; No se justifica de Rodrigo Álvarez Hinojosa; Nuestra vida de José Hernández Maestre; Ventana de cristal del compositor guajiro Hernando Marín; Amor sin martirio de Rafael Sánchez Molina y Placer y pena de José Francisco Mejía.

Esta historia fue inmortalizada por el compositor Hernando Marín quien escribió que el diablo, ya cansado de los empleados, pidió un rico y le exigió su alma a Dangond, pero este se la negoció por la de su primo Rodrigo Lacoutore y el diablo se negó por considerarlo un vividor. “Todos los primeros juglares eran verseadores con diferentes estilos y niveles de calidad en el arte del verso improvisado”, dice el compositor e investigador Adrián Villamizar Zapata. La indefinición de un nombre concreto para la música del Magdalena con acordeón llevó a que en las décadas de los cuarenta y cincuenta se generalizara con la palabra «porro» la multiplicidad de ritmos folclóricos de la costa Caribe como una cumbia, un bullerengue, un merengue, una puya vallenata o el mismo porro (Zapata Olivella, en Múnera, 2010). Así por ejemplo, Pérez Arbeláez (1953) llamó «porro» a la música de acordeón del Magdalena Grande y trae referencias de los compositores Tobías Enrique Pumarejo, Lorenzo Morales y Chiche Guerra. Leandro escuchó la voz melodiosa de una dama y le preguntó su nombre. Muchos de estos juglares, como Pacho Rada, Alejo Durán, Leandro Díaz o Juancho Polo Valencia, entre otros, se desempeñaban como vaqueros o mozos de finca3.

Durante el año de 1870 Riohacha fue el puerto de mayor importación de acordeones, lo que podría interpretarse como un primer indicio de las preferencias de este instrumento por parte de su población nativa. Diomedes había sido objeto de burlas por parte de locutores, al ver al cantante sin un diente en la carátula del álbum Tres canciones. Al año siguiente, Abel Antonio Villa grabó con acordeón, caja y guacharaca, además del acompañamiento en la guitarra por parte de Buitrago. Araújo (1973) se refiere específicamente a los estatutos del Club Valledupar, que en su artículo 62 estipulaba: «Queda terminantemente prohibido llevar a los salones del Club música de acordeón, guitarras o parrandas parecidas» (p. 52). Como puede apreciarse, en los estatutos no hacen referencia a la música vallenata, dado que a mediados del siglo XX ese nombre todavía no se utilizaba. Creyó que la música de acordeón no era solo de la Guajira y el Cesar, donde echó raíces y se fue regando por la región hasta los Montes de María y el Cerro de Maco de su infancia. Brugés (1940) definió el «merengue» como la danza típica del departamento del Magdalena, especialmente de las zonas rurales ubicadas entre los contrafuertes de la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, que se extendían, por un lado, hasta las orillas del mar Caribe y, por el otro, hasta el río Magdalena.


Publicado

en

por